Clúster manisero: con más exportaciones y valor agregado encara nuevos desafíos

El maní argentino conquista mercados en el mundo
 Crédito: Shutterstock

El clúster manisero argentino, con base en Córdoba, es el sector de las especialities más competitivo del país. Exporta el 90% de la producción (casi el 70% a la Unión Europea, un mercado demandante de alta calidad) y aunque a nivel internacional produce el tres por ciento del global, la cuota de exportación alcanza al 20%. Unas 25 empresas -todas familiares y con tecnología de última generación- concentran el grueso de las exportaciones; periódicamente crece la participación de productos industrializados al maní blancheado y de confitería, que son los de más participación.

Para la campaña 2020/21, la Cámara Argentina del Maní estima una superficie sembrada de 385.592 hectáreas, cifra que implica un incremento de 9,63% respecto de la última campaña, la cual presentaba una disminución significativa respecto de las hectáreas producidas en los ciclos previos. La Bolsa de Cereales de Córdoba, en cambio, tiene una estimación menor: 266.200 hectáreas, con una producción proyectada de 672.400 toneladas y un rinde de 25,3 quintales por hectárea.

Eduardo Nervi, presidente de la Cámara, señala que recién se termina la siembra con buenas condiciones pero admite que “no es momento de pronósticos” porque hay riesgo de que “algo salga mal”. Insiste en que hay que ser “cautelosos” en los cálculos del rinde porque aunque se logró sembrar todo, la sequía pronosticada y la demora en terminar la siembra, “podrían afectar el cultivo y la cosecha 2021”.

“Venimos de una crisis financiera en 2018; las subas de retenciones del 2019 y de este año; después bajaron pero siguen estando -repasa Nervi-. Como subió el precio del maní a nivel internacional, puede haber atraído algunos productores pero en general la mayor parte de la siembra es de quienes industrializan las que, a su vez, tienen contratos con productores”. El economista de la Bolsa de Cereales, Gonzalo Augusto, ratifica que la superficie sembrada de la oleaginosa es más previsible por esas razones y también porque el costo de entrada es cuatro veces más alto que el de la soja: US$1000 la hectárea y llegaría a US$1600 en campo arrendado.

“No es un commoditie equiparable a la soja, tiene un valor agregado importante y logró conquistar mercados exigentes; llega a unos 110 países y aporta unos US$1000 millones anuales. Es el clúster que quieren copiar muchos, pero no es fácil”, apunta Augusto. Por ejemplo el garbanzo registró una fuerte caída de precios internacionales, que pasó de US$ 1000 la tonelada a US$200. “Hay mucho para imitar en cuanto a las empresas, pero la distribución geográfica que es natural ofrece una ventaja grande”, agrega.

Su colega del Ieral, Juan Manuel Garzón, plantea que es uno de los complejos que más creció en exportaciones el año pasado junto con lácteos, cerdos y maíz. Suma dos campañas en las que se combinaron “buenos volúmenes y precios internacionales”. El economista enfatiza la calidad del producto argentino que le permite competir con Estados Unidos y con Brasil que, de manera incipiente, empieza a posicionarse. En 2020, incluso, creció el consumo interno. “La Argentina tiene óptima reputación y confianza internacional, con empresas que vienen trabajando muy bien y lograron construir y consolidar la marca argentina; tienen alto nivel de tecnología, cumplen normas de calidad y se adaptan a los marcos regulatorios exigentes”, explica.

Crece la superficie sembrada 
Crédito: Shutterstock

En el mundo

Para el maní argentino, efectivamente, el mercado es el mundo. Es “estrella” en la Unión Europea y esa realidad no cambiará, estiman en el sector, en el corto plazo. China, como en otros productos, produce siempre un cambio disruptivo de tendencia sea en demanda como en oferta; se viene retirando de algunos mercados y, a pesar de que es el primer productor mundial (17 millones toneladas anuales) importa, pero de orígenes baratos como Sudán y Senegal. Esa realidad genera más espacio para la Argentina en demandantes de más calidad.

Hace unos dos meses la Unión Europea determinó aranceles del 25% para el maní estadounidense, lo que amplía las posibilidades en ese mercado para la Argentina. “Es una ventana de oportunidad que se nos abre y debemos lograr capitalizar para que además de ser líderes mundiales en comercio, estemos en el tope de las preferencias del consumidor final”, indica Nervi.

Una amenaza que se incrementa es la brasileña, donde aumenta la producción y mejora la calidad. Por caso, ya ganó los mercados ruso y argelino. En Brasil no hay retenciones y se perfila para convertirse en el principal competidor en los próximos diez años. Nervi aporta que allí la “estabilidad y las tasas financieras son amigables con la industria”.

Luis Macario, director de la empresa Gastaldi Hermanos, indica que puertas adentro de las empresas los “deberes” están hechos. “Las utilidades se reinvierten en mejorar infraestructura y en tecnología desde hace años; pero la inseguridad jurídica y la presión impositiva son amenazas internas, al igual que quita competitividad el no poder acceder a créditos a tasas y plazos razonable”, describe y asegura que con más apoyo el sector no tendría techo. “A pesar de los gobiernos, el negocio da señales de profesionalización, eficacia y eficiencia pero siempre hay que tener presente que no es de por vida”.

Desde Servicios Agropecuarios SRL -firma que anualmente destina 3500 toneladas al mercado interno y 38.000 a exportaciones- coincide en el diagnóstico de su par; su compañía está ampliando la capacidad de secado y acopio en un 35% y están por empezar la construcción de una fábrica para productos elaborados con una inversión de unos US$6 millones y también tienen un proyecto para producir balanceados con los restos del cultivo. “No podemos descapitalizarnos, los entes oficiales crediticios deben facilitar el acceso a líneas que están en cartera pero no salen; los bancos deben estar a la altura de las circunstancias -dice-. Producimos en interior del interior, generamos trabajo, divisas y producimos energía con los desperdicios. Somos una economía 360”.

Prodeman es una de las empresas líderes de la Argentina con una fuerte apuesta al mercado interno. Su gerenta de Calidad, Ivana Cavigliasso, señala que hay un aumento en el consumo por la incorporación de proteínas vegetales a los hábitos; ese registro es notable en el caso de las pastas y mantecas de maní aunque el frito con sal sigue a la cabeza en el podio de los elegidos.

El 90% de la producción de la firma se exporta y de ese total, el 25% es producto elaborado, una parte a granel y con la marca “King” para Latinoamérica. Además, están trabajando con marcas blancas para una cadena de supermercados de Austria y otra de Irlanda. “El mercado interno es otro mundo -reconoce Cavigliasso-. Estábamos acostumbrados a enviar 80 contenedores por semanas, para el consumo interno la logística es diferente; hubo aprendizaje acompañado por un armado de equipos con mirada diferente”.

Nervi enfatiza que el sector está en condiciones de aumentar entre 15% y 20% producción y las exportaciones “operando con estabilidad”. Apunta a que como las empresas están totalmente integradas el riesgo también lo está. “Si tuviéramos la posibilidad de estabilidad y financiación de capital de trabajo a tasas internacionales, podríamos seguir creciendo”, indica.

La producción argentina apunta al exterior
 Crédito: Shutterstock

A la hora del desayuno

Es una de las innovaciones más importantes del clúster: hace un año comenzó la producción de leche de maní en Córdoba y ahora ya están listos los desarrollos de un yogurt y un dulce. Todos los productos son con la marca Pitey, resultado de la alianza entre La Láctea, la manicera Nutrín y el Laboratorio de Tecnologías de Alimentos (LabTa) de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba.

Raúl Filippi, presidente de La Lácteo, explica a LA NACION que desde el punto de vista productivo la experiencia va “muy bien” aunque admite que tenía más expectativas sobre el desempeño comercial.

“Se compite principalmente con la bebida de almendras -que también hacemos nosotros- y hay que ir cambiando hábitos”. La bebida tiene un sabor intenso a maní, se percibe más que -por ejemplo- el de las almendras o las castañas de cajú en bebidas con esa base. La explicación que dieron a LA NACION los fabricantes es que contiene 10% de sólido versus el 2% que llevan las otras.

Rubén Grosso, director del LabTa, señala que avanzan con diferentes alternativas para el uso del maní y fruto de esos trabajos son el yogurt y el dulce, ya desarrollados. “Estamos a punto de iniciar las pruebas industriales y estamos muy contentos por los beneficios para la salud que implican, no sólo por las proteínas sino por los probióticos que contienen”, explica.

Por: Gabriela Origlia

Fuente: La Nación – Sección Campo.