Drones, robots y mapeo: la vitivinicultura se pone tecno

El sector productivo más tradicional de Mendoza suma nuevas tecnologías para mejorar productividad y optimizar costos en los viñedos.

Poder hacer modelos de elevación digital del terreno con drones o poder controlar la humedad del viñedo desde el celular a través del celular  son solo una muestra de lo que las nuevas tecnologías ponen pueden hacer hoy por la vitivinicultura.

La incorporación de estas herramientas demuestran que la actividad productiva madre de la provincia, con sus cientos de años de historia, es a la vez activa en la actualización permanente para mejorar su eficiencia y productividad.


Monitorización de suelo y riego vía app

Las estaciones meteorológicas en viñedos son conocidas desde hace ya varios años. Sin embargo la novedad está en las tecnologías asociadas que las han potenciado y llevado a altos niveles de sofisticación. Los equipos permiten hoy monitorizar de forma continua y en tiempo real múltiples variables de gran utilidad para poder una correcta gestión del riego. 
En el caso del suelo pueden medirse: humedad, temperatura, salinidad, concentración de nutrientes y disponibilidad; en la planta: variaciones dendrométricas, flujo de savia, etc. A esto se suman los todas las variables atmosféricas y del sistema de riego, comenta Luis Cuitiño, asesor técnico del sector, quien conoció esta tecnología en Chile y comenzó a aplicarla en cultivos de Mendoza.

“Todo el sistema está comunicado vía online por lo que el agricultor o persona autorizada de la empresa, puede acceder a los datos a través de la web o el celular; esto te permite controlar desde el propio celular si se regó a la hora y el tiempo previstos, cómo está el suelo y los datos meteorológicos”, explica el ingeniero agrónomo, quien trabaja con la firma mendocina ITPro como asistente técnica.

Un punto clave que tienen en cuenta los productores al adoptar esta tecnología es el costo de recursos como el agua o la electricidad, señala. “Antes se pasaban de riego porque el agua era barata y no se invertía en monitoreo; hoy que el agua no es tan barata y hay que ser más eficientes con el recurso, estos equipos se terminan pagando solos”, comenta Cuitiño, quien asegura que “el ahorro por eficiencia hace que los equipos se paguen solos en dos años”.
Otro de los motivos para tecnificar las mediciones son los problemas con el recurso humano.

“El control de tareas del personal es un problema grave en la producción primaria porque muchas veces no se cumplen las tareas tal como el profesional lo proyectó; de esta forma uno puede saber cuánto tiempo y a qué hora se regó, por ejemplo”, agrega el técnico.

También en línea con la necesidad de medir el uso del agua, Cuitiño comenta que están trabajando en un proyecto de sensores para ubicar en canales de riego y medir el agua de turno que entra al productor. 

Al mismo tiempo están en contacto con una empresa de Israel para avanzar en un prototipo que active el riego por medio de lo que marquen los sensores. “El atuomatismo de riego existe hace tiempo, pero ahora la idea es poder definir puntos de riego; que, por ejemplo, se active cuando llegue a un umbral determinado”, explica. La idea es montar un prototipo en una finca de Lavalle para hacer las pruebas necesarias antes de sacar el sistema al mercado.

La era de la precisión

La lógica de la eficiencia y la productividad, como en cualquier industria, es vital para la vitivinicultura, que debe atender tanto las urgencias del hoy como el panorama del mañana para subsistir y desarrollarse.

“Hoy se trata de utilizar técnicas de manejo según la  variabilidad intrínseca en el terrreno; esto es, no tratar por ejemplo todo el cuartel o el lote completo de la misma manera sino de manera segmentada e inteligente”, comenta Federico Framarini, socio gerente de la empresa de soluciones tecnológicas AgroPraxes.

En este sentido, repite la máxima de la denominada “agricultura de precisión”: “Esta técnica trata la zona de acuerdo a su potencial, optimiza los insumos y maximiza los rendimientos”.

Los satélites son un aliado de esta práctica desde hace varios años, aunque con mayor éxito en la agricultura extensiva de la pampa húmeda. “En la soja hay campos de 5.000 ha que se pueden manejar perfectamente con esa tecnología; pero en Mendoza tenemos cuadros muchos más chicos… la finca más grande es de unas 150 ha, por lo que precisamos de tecnología propia para nuestra escala”, explica. 

Para ello incorporaron drones específicos para agricultura intensiva. Uno de ellos está equipado con una cámara multiespectral con sensor de incidencia solar para hacer Índices de Vegetación comparables en el tiempo.

Otro de los “asistentes aéreos” se utiliza para hacer modelos de elevación digital del terreno. Estos son representaciones en falso 3D de la topografía de un terreno para su utilización en una computadora, lo cual permite analizar y tomar decisiones críticas sobre la producción.
Otra herramienta con la que cuentan son los sensores de conductividad eléctrica del subsuelo. “De la misma forma que buscan cobre, uranio, se inyecta electricidad en el suelo pero a otras escalas”, explica Framini. Esto permite comprender mejor la formación de los suelos y decidir así qué variedad plantar o qué sistema de riego utilizar, por ejemplo.

Más control, menos glifosato

El glifosato es desde hace décadas el “monstruo de los fertilizantes” a nivel mundial por sus efectos nocivos en la salud humana, principalmente por el supuesto desarrollo del cáncer. Para optimizar la utilización de agroquímicos y a la vez limitar la cantidad de producto vertida al suelo la empresa implementó sensores especiales para el control de malezas.

“Son sensores especiales que solo actúan aplicando el herbicida cuando detectan maleza viva”, comenta el especialista, con lo cual no se hace una pulverización a discreción de toda la superficie. En las pruebas de esta tecnología realizadas en conjunto con la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCuyo lograron un ahorro de producto del 30% en el desmalezado de un lote, pero cree que el ahorro total por combustible, mano de obra y demás en una finca normal de Valle de Uco llega al 50%.
Un sistema similar utilizan para el desbrote químico. “Los productos son carísimos, pero si solo se utiliza en el punto de brote y no se desperdicia en espacios ‘muertos’ es mucho más viable”, explica.


Lo que viene: robots e inteligencia artificial
La empresa de Framarini apunta ahora a lograr un “software de gestión global” para la vitivinicultura. La idea es que conjugue toda la información, desde planillas de campo hasta seguimiento satelital de maquinarias, riego, manejo personal, etc. Para ello están trabajando en conjunto con la Universidad de San Luis y una compañía de Chile.

Por otra parte, junto con la empresa de satélites argentina Satellogic -conocida por bautizar a sus nanosatélites con nombres como “Milanesat”, “Capitán Beto”, o “Manolito”- están trabajando en lograr índices específicos para la vitivinicultura. 

Al mismo tiempo desarrollan junto con el Instituto de Tecnología Universitario (ITU) de la UNCuyo un robot con visión artificial para el conteo de racimos, y esperan incorporar en los próximos días un sensor de inteligencia artificial que llegará desde Grecia.

Fuente: https://www.mdzol.com/evolucion/Drones-robots-y-mapeo-la-vitivinicultura-se-pone-tecno-20181214-0126.html